Es una coincidencia. Los sismos no tienen nada que ver con las temperaturas del ambiente, ni con el calor ni con el frío. “Son movimientos que se generan en la corteza de la tierra, en la profundidad. Son movimientos naturales de la tierra, como que se va acomodando”, explicó Pablo Grosse, doctor en Ciencias Geológicas.
“A 10 kilómetros es poco profundo el sismo, en esta región podría ser de hasta en 50 kilómetros. Eso tiene que ver con las fallas, las fracturas dentro de la corteza. Por ahí se producen los movimientos. Depende a qué profundidad está la fractura, depende la del sismo. El movimiento se siente más fuerte cuando es menos profundo. Pero el daño que provoca depende de cuánta energía desprende la corteza en ese punto: si libera más, será más fuerte, más allá de la profundidad a la que se registre el sismo”, añade.
La escala Ritchner mide esa intensidad y está considerado como moderado este que se sintió en Tucumán. No es algo inusual en el mundo, pero si es poco usual en esta provincia.
“Los que son de más de 8 puntos en la escala son los que provocan destrucciones totales e históricamente se conocen poquísimos de esas características. Es poco probable que se hayan registrados daños estructurales con un sismo de esta magnitud de 5.7. Pueden haber ocurrido cosas menores, como grietas o caída de pedazos de cielorrasos, pero sólo esos daños. Es muy poco probable que sean más importantes. A medida que te alejas del epicentro, menos probabilidad de daños. Así que si no hubo casi en Trancas es poco posible que en San Miguel d Tucumán si se registren daños importantes”, sostuvo Grosse. Respecto de las réplicas, añadió que pueden darse o no. “No hay una regla, pero en general las réplicas siempre son de menor magnitud que el sismo principal”, concluyó.